La terapia de reemplazo hormonal se ha empleado en los últimos treinta años para reducir los riesgos cardiacos de las mujeres, al tiempo que proveía efectos protectores contra la osteoporosis y la fractura de huesos en general. También como consecuencia de la menopausia muchas mujeres notaban en mayor medida el descenso de estrógenos en su organismo, y para paliarlo recibían este tipo de terapias.
Mientras que el estrógeno endógeno (es decir, el estrógeno producido por los ovarios y otros tejidos) puede producir cáncer, los estrógenos exógenos empleados en la terapia de sustitución hormonal proporcionan un efecto protector y ayudan a reducir el riesgo de cáncer de mama, de acuerdo con resultados de un estudio canadiense de la Universidad de British Columbia.